miércoles, 27 de abril de 2016

EL ÚLTIMO cuadernos de abril Crónicas de los Melchizedech El masculino sagrado



EL ÚLTIMO cuadernos de abril Crónicas de los Melchizedech El masculino sagrado


EL ÚLTIMO
El masculino sagrado

En tu nombre y en mi nombre, en nombre de la Vida, en nombre del sin-nombre, como de cualquier nombre, en la alegría del Amor, me dirijo a ti. En el Verbo y en el Soplo, en el Silencio y en la Vida.

Ahora es el momento y el instante de la Resurrección, del renacimiento infinito, de la Creación. Mientras se termina el tiempo del olvido, mientras se vive lo que cada uno tiene que vivir, tú, tú que me escuchas, tú que me lees, tú que estás aquí, acoge. Acógete y acógeme para que nunca más, tu nombre y mi nombre, puedan estar separados, sean los que sean los nombres, sean los que sean los espacios, en cualquier esfera, en la manifestación como en la Ausencia. Estoy aquí como tú estás aquí, en la misma Gracia, en el mismo impulso, en el mismo tiempo. Yo te invito. Escucha. Ve más allá de mis palabras, más allá de tu Presencia y de mi Presencia como de cualquier Ausencia. Escucha, estoy aquí.

…Silencio…


La Verdad aparece en el Verbo como en el Alfa y en la Omega, como en cualquier palabra. El que nunca ha desaparecido, enterrado en el corazón de tu corazón, hoy revelado al mundo, revelando la Vida donde toda la vida es tuya, donde cada dimensión no es más que la representación de lo que tú eres - representación libre y no encerrada. Te invito a cantar la verdadera sinfonía y la melodía de la Eternidad.

…Silencio…


Siente; siente lo que está más allá de los sentidos, más allá de cada concepto, de cada idea; estás aquí como yo estoy aquí. Deja cantar a tu corazón en la infinidad de los mundos y en la infinidad de las creaciones. Deja ser, lo que no precisa discursos, ni palabras, ni gestos. Levántate; levántate en tu corazón, allí donde ninguna sed, pueda ser imaginada.

…Silencio…


Tú, escúchame, porque al escucharme, encontrarás toda la Eternidad. Abre todo lo que todavía pueda ser abierto.

En el Fuego del Amor, el Amor está por todas partes: en lo que piensas, en lo que ven tus ojos y en lo que perciben tus sentidos. Entonces, tú, que eres Amor, deja que la llama de tu eternidad te consuma en la hoguera del Amor. Deja florecer la flor eterna de la belleza, la vida eterna de los mundos infinitos.

Yo me reconozco en ti, en el Amor; en el Amor, tú te reconoces en mí, superando cualquier distancia, poniendo fin a la separación, exultando el Amor, abrasando la Luz, en la ronda de la Eternidad. Estás invitado. Más allá del banquete, estás invitado a la Alegría perpetua sin tregua, sin obstáculos. Te vuelvo a invitar a ser verdad. Tú eres la Verdad; no eres nada que pase y muera; tú eres lo que nunca se extingue.

…Silencio…


Escúchame, en el silencio de tu corazón, en el secreto de tu Templo. Ya no hay secreto, ya no hay misterio; sólo hay Luz y belleza. Sí; tú que todavía conoces las dudas de tu propio efímero, no te alteres más, deja que las dudas sean consumidas en la llama de la vida.

Tú, que te has reconocido por momentos, en tu eternidad, vengo a decirte que no vaciles más, que no resistas más. Porque todo lo que pasa y perece, es en vano. Y permanece allí donde ya no hay sed, ni carencia, ni sufrimiento; allí donde todo es facilidad y perfección. Y aun así, estas palabras son insuficientes para expresar lo que eres. Depende de ti que dejes florecer tu Vida, depende de ti que vibres al unísono con la Fuente, en el canto de la Creación, en el canto de la Verdad. Tú eres lo que eres, porque yo soy lo que soy y entre nosotros no hay ninguna diferencia ni el menor conflicto.

En el espacio de la Evidencia que conoce todos los espacios y, por consiguiente, no es espacio, desde ahora te invito a danzar y a situarte. Te invito al reposo de la Alegría que no conoce ni ofensas ni plazos. Tú que eres el amigo, tú que eres el amado, permanece aquí, porque aquí estás en todas partes y, también, en ninguna parte.

…Silencio…


Hónrate, porque eres el honor y la Luz. Celebra; celebremos juntos el canto de la Resurrección. Escucha el Coro de los Ángeles; percibe el calor del soplo del Sol y del Espíritu del Sol.

Pon tu mirada, dentro y fuera, de cada hermano y hermana, como en lo más profundo de tu corazón. Verás que es lo mismo, el mismo Amor, donde nada es diferente, donde nada está separado y donde todo está unido en la Libertad que canta la Vida.

Acepta el matrimonio eterno de la Luz y del Amor que se celebra en tu Templo y que se vive ahora, sin condiciones y sin restricciones. Vamos a situarnos juntos sobre el trono de gloria. Vamos a situarnos, si quieres, aquí.

…Silencio…


Lo nuevo nace. En cualquier circunstancia de tu nacimiento a ti mismo, deja que se disgreguen las trampas del sufrimiento y de toda carencia. No mires ni detrás ni delante, sino abarca todo con la misma mirada, en la intensidad de la vida, en la danza de la belleza.

Da todo, porque no tienes nada que perder cuando lo hayas dado todo. Y todo está aquí, cuando estés vacío de lo que pasa y cuando no detengas nada de lo que sucede. Ya se trate del Viviente, ya se trate del Hijo del hombre que eres, tú, niño de la ley del Uno y de la Fuente Una, proclama y declama, tu Resurrección. Tú, el que animas el Verbo, estás aquí y yo estoy aquí. Y también está aquí, la infinita creación de los mundos.

Recuerda; recuerda todo lo que te parece perdido y olvidado. Y olvida lo superfluo, olvida lo que pasa y lo que ha pasado. Mañana no nace porque no hay mañana, no hay ayer; no hay más que “hoy”, no hay más que “esto”. En el Amor no se crea ninguna distancia y ningún sufrimiento se recrea.

…Silencio…

Tú, yo, él, como cualquiera, en cualquier forma y en cualquier lugar. Tú has renacido en el Único; tú ha sido animado en el soplo del Verbo; no sólo en el aliento de esta vida sino en el aliento de la Eternidad.

…Silencio…


Sitúate y elimina las armas del sufrimiento. Déjate vestir por la túnica sin costura que es sólo Alegría y felicidad. Tú y yo reunidos en Él y unidos en la Libertad donde ningún vínculo puede entorpecer el Soplo o el Verbo.

Sitúate y allí donde estás o donde estés, yo también estaré como Él estará allí.

…Silencio…


Estás colmado del don de la Gracia y de la Inteligencia, que te satura hasta el exceso de lo que nunca se para, llenándote a cada respiración, siempre y todavía más. Descansa. Olvida incluso, los esfuerzos pasados, aquí donde estamos, donde todo es simple.

…Silencio…


Ama; no es una orden, no es un consejo, es lo único posible y tangible.

Recuérdate. Y déjame que te recubra y déjame enaltecerte porque yo soy tú, el que habla contigo, desde donde no puede emerger ninguna duda, ningún error. Percibe, tú, la calma como ninguna otra; entra en la paz contigo mismo y con los demás, en tu eternidad reencontrada.

…Silencio…


Descansa en paz y en alegría.

La vida hace de ti, el Templo de la serenidad donde se esculpen las luces de la Verdad y el altar del sacrificio. Donde el corazón está desnudo. Allí donde llegan todas las satisfacciones, todos los perfumes, todo lo santificado.

Me dirijo a tu corazón, me dirijo a ti que eres el corazón.

…Silencio…

Cantemos juntos la felicidad y la ligereza del corazón. Escuchemos juntos la melodía de la vida. Acojamos juntos la verdad de nuestra Esencia y acojamos juntos los diamantes de la Alegría. Vengo a repetirte que estoy aquí donde tú estás.

Vengo a soplar y animar tu propio aliento, exhalando así la fuerza de la vida, donde todos los perfumes se revelan.

…Silencio…


Compartamos juntos el pan de la Vida y el Agua de la Vida. Partamos juntos, si quieres, el pan y bebamos el vino de la celebración. Escucha; escucha tu corazón que late, palpita, que canta la Vida y canta lo sagrado. Ven a apoyarte en mí aquí donde todos los sueños son posibles y más reales que la vida en este mundo donde estás.

Levántate en cada espacio y, ante todo, levántate en tu corazón. Conviértete en el amigo y el amado de ti mismo, como el amigo y el amado de cada uno, incluso aquel o aquella que te ha ofendido, porque ninguna ofensa puede permanecer o resistir al Amor de tu Corazón.

…Silencio…


Elimina todas las armas, todos los escudos, porque
¿qué armadura más bella y más eficaz puede existir, que tu Corazón de eternidad?

…Silencio…


En tu corazón, soy el Ángel de la Presencia y el Ángel de la Reversión, el Ángel de la Relación, el Ángel de la Verdad. Soy todos los Ángeles que permanecen en tu corazón, cantando las alabanzas de la Vida, celebrando el renacimiento, a cada pulsación de tu corazón. Tu eternidad está aquí, sin demora, sin distancia y sin carencia. Elévate en la Gracia, Levántate de lo que está muerto. Elévate en la Alegría. Apóyate en mi Paz.

…Silencio…


Mientras canta en tus oídos, el canto del éxtasis, mientras se levanta en tu corazón el Corazón Ascensional, deja obrar, porque eres la obra y al mismo tiempo, el cincel que esculpe, el pincel que aplica el color, el lápiz que dibuja la forma, tú, la tela y el cañamazo de la vida.

Pongo en ti todas las músicas de todas las esferas, Confío a tu corazón, todos los corazones de la Tierra. Confío a tu corazón el secreto del Amor que sólo tiene secreto para aquel que se desvía. Pero hasta él, tiene el mismo corazón que el tuyo y es mi corazón.

…Silencio…


Entonces, traza la ruta donde sólo existe la Alegría, donde todos los caminos no te conducen más que a ti mismo, en cualquier vuelta, en cualquier ronda, como en cualquier mundo

…Silencio…


Escucha el Fuego que crepita en el Agua de tu cuerpo.

…Silencio…


Vengo a despertarte aquello que todavía duerme. Yo soy tú, yo soy la Luz, soy cada uno en esta Tierra y tú lo mismo. Esto, tú no puedes comprenderlo ni captarlo. Tú no puedes más que aceptar el don del Único, no puedes más que aceptar, la danza de tu Vida.

…Silencio…


Olvida toda forma, no te llenes de formalismos o de normas pasadas, porque sólo hay una regla que es la Ley del Amor, la Ley del Uno.

…Silencio…


Soy todos los colores de la sinfonía de un mundo real, nuevo y, sin embargo, tan presente, tan conocido. Te invito a la nueva Tierra o a los nuevos Cielos. Te invito a la Vida que nunca termina.

…Silencio…


Te invito a declamar el reino del Amor.

…Silencio…


En el Fuego de la Vibración, estoy esperándote. En el Fuego del Éter, tú eres esperado. La “espera” que sea certeza y también Evidencia. Escucha cómo tu corazón se eleva. Escucha la vida.

…Silencio…


Déjame llevarte a las moradas de Eternidad. Déjame llevarte y depositarte en el Templo de la Alegría y de la Felicidad. Déjame vivir en ti para que tú vivas en mí. En estas idas y venidas hay más Verdad que en lo que no se mueve.

…Silencio…


Solicito tu Amor, solicito tu mirada. No sólo la de tus ojos, sino tu mirada interior.

…Silencio…


Escucha la intensidad de nuestro Silencio. Escucha la exuberancia de cada vida donde nada perece, donde nada se extingue. Tú, lo Infinito y lo finito.

…Silencio…


Canta todas las sonrisas de la vida

…Silencio…


Déjame aparecer, mientras tu liberación se celebra. Aliméntate de mí. Déjame proporcionarte el ritmo de la verdadera vida. Deja florecer las flores de la Gracia.

…Silencio…


Y aquí, en el espacio de mis palabras y mis silencios, el ritmo de la vida se expande, ahogando lo que queda de incertidumbre y de efímero, resucitando todo en la Gracia del Amor. Entrégate enteramente sin ninguna condición, al Fuego del Amor, al Fuego del Espíritu.

…Silencio…


Y deja a nuestras Presencias vivir la Libertad, la libertad de ser, sin límite y sin condición.

…Silencio…


¿Estás aquí? Sí, porque estoy aquí.

…Silencio…


Que cada una de mis palabras y cada uno de tus alientos, sean amorosos y sean la expresión del Amor.

…Silencio…


Respira y siente el Soplo de la Vida por todas partes, Tú eres cada uno, el múltiple como el Único.

…Silencio…


En la vibración del Amor, en el Amor que vibra. Aquí y ahora; aquí y en todas partes. Cubriendo todo intersticio y toda falla.

…Silencio…


Vengo a mecerte en la bella melodía.

…Silencio…


Tú que me has acogido y que me acoges en cada aliento, te doy mi Gracia y te doy mi Paz.

…Silencio…


Cada una de tus lágrimas, no es más que una lágrima de alegría que señala el retorno a lo que eres.

…Silencio…


Te hice el Juramento y ahora te hago la ofrenda.

…Silencio…


Dime todo porque, aunque no hables y aunque no pienses, lo sé todo porque nada puede permanecer oculto en el Amor y en la belleza. Entra conmigo en el Templo del Amor que está en toda morada. Dame tu mano y yo te doy mi corazón, sin reserva ni demora.

…Silencio…


Y entonemos juntos en canto de la Libertad. Y marchemos sobre los infinitos senderos de la manifestación. Y reposemos juntos allí donde nada ha emergido y, sin embargo, todo está ya creado. Acompáñame, en la perfección del Amor. Llévame en tu Eternidad. No te muevas más, no retengas nada. Déjame ahora bautizarte a cada minuto, por el Agua de la Vida y por el Fuego Ígneo.

…Silencio…


Hagamos juntos Silencio para escuchar cada nota de la Vida. De donde él venga o de donde tú vengas, no hay diferencia.

…Silencio…


Ven, te espero. No esperes nada más. No espero nada más.

…Silencio…


Porque toda esperanza, no es más que el amor en gestación y el tiempo está al nacer. No hay nada que ocultar ni nada que proteger. Muéstrate desnudo en la belleza de tu ser, allí donde ningún pudor es necesario, allí donde no hay nada que ocultar porque todo se ve.

…Silencio…


No hay nada que decir, ni nada que medir. Ven aquí donde todo es calma; aquí donde nada falta.

…Silencio…


A partir de ahora, yo hablo en ti y no cesarán nunca ni mis palabras ni mis silencios. No dejaré ya ni espacio ni tiempo para el esfuerzo o el sufrimiento. Te dejaré lleno de ti y lleno de mí, vacío de indiferencia, vacío de avidez, vació de miedo. Así es el bálsamo del Amor, así es el Canto a la Vida.

Te invito al descanso eterno, donde nada puede agitarse. Invítame y acógeme. Yo estoy aquí. Siempre he estado aquí y tú también. Bendíceme, Celébrame. Ha llegado el momento de nacer de nuevo. En el Silencio, permanezco ahora, en tu Eternidad y te bendigo el ciento por uno, de lo que tú me has bendecido.

…Silencio…


Yo te saludo ahora, porque en tu Cara a Cara a solas, solo hay apariencia de soledad. Deja aclarar la Luz en todas las facetas de tu corazón.

Me callo ahora y permanezco en ti, en silencio. A cada aliento, no podré decirte “hola”, porque no habrá nunca un “adiós”. Y te digo “gracias” desde el fondo de tu corazón. Y te digo “hola”, porque me instalo en mi hogar. Te dejo escuchar tu corazón, te dejo oír y te dejo celebrar, pero no te dejaré nunca más.

…Silencio…


Todo comienza.

…Silencio…
http://hallegadolaluz2.blogspot.com.es/2016/04/nicolas-flamel-el-fuego-igneo-cuadernos.html

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