sábado, 25 de noviembre de 2017

URIEL* El Fuego Ígneo viene a quemar las escorias de lo que todavía puede quedar como ilusiones enganchadas a ti, Noviembre 2017


URIEL







Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión. Bien amado hijo ardiente del Sol, dígnate en acoger el Verbo de mis palabras que hoy, en este día, viene a cantar en tu Corazón, el canto de tu liberación. Acojámonos, primero mutuamente en el Silencio de la Eternidad.



...Silencio...



Ha llegado el tiempo que pone fin al tiempo que pasa, y lo reemplaza por el tiempo del instante. Este tiempo del instante que es eterno, porque idéntico en cada instante, te permite ser la sonrisa de la Vida y la sonrisa de la Felicidad. Entonces… que importa, que importa lo que pasa cuando permanecerá sólo lo que queda y que nunca pasó. Entonces escucha y oye lo que tengo que bailar, por las palabras de mi Verbo en el seno de tu Eternidad, en tu templo de la Verdad. Escúchame para oírte. Escúchate para que puedas, tú también, unirte a la belleza de tu Eternidad, sea cual sea la opacidad de tu cuerpo de carne todavía presente, y sea cual sea la presencia de los elementos de tu persona permitiéndote obrar en el seno de tu vida cotidiana.



Entonces, vengo a que suene el canto, no sólo de la resurrección, sino el de la liberación real que te lleva a este Instante Presente, que no conoce ningún espacio ni ninguna distancia, porque todo está inscrito en él, y todo es vivido sin diferencia y sin sufrimiento. Entonces, tú el Amigo y el Amado, que vive y vibra el canto de la Verdad, te invito a asentarte conmigo, estés donde estés y pienses lo que pienses, con el fin de trascender lo que es pensado, con el fin de superar este tiempo que pasa y que sin embargo acaba.



Oye, oye lo que dice tu Corazón, oye lo que te dice la Verdad: que eres el Corazón y que eres la Verdad. Porque sólo te habla de ti, no en tu apariencia, no en esta forma, sino más allá de toda apariencia como de toda forma.



Te invito a bailar la Evidencia y a liberarte, tú mismo, en lo que todavía tengas que recorrer en este mundo, de cualquier costumbre y de cualquier densidad, con el fin de ser ligero en el mismísimo seno de este plano donde todavía estás y que sin embargo no es tu domicilio, ni es tu morada. Un lugar de tránsito y de paso que te ha permitido vivir unas experiencias, es cierto que amputadas de la Verdad y que sin embargo no tienen ninguna sustancia, y que no obstante permiten vivir, en estos días, la Felicidad de tu resurrección y de tu liberación, mucho más que cualquier otro acontecimiento feliz de tu vida; llevándote a sobrepasar la alegría como la desgracia, con el fin de que la Felicidad tome y colme todos los espacios faltando todavía en ti hoy, si es que lo vives.



Ven y alcánzate en la armonía, fuera del tiempo y fuera de la forma, abrigando esto en el seno de esta forma frágil, llevada a nacer y a morir, para que nunca más tengas la necesidad de nacer, ni siquiera de morir, para que nunca más la duda pueda presentarse sobre la pantalla de lo que eres. Entonces, a qué esperas para unirte a ti integralmente y en totalidad en el tiempo de tu Presencia, que no es un tiempo y que es todos los tiempos. Ahí donde ningún pasado ni ningún futuro, puede conjugarse de otro modo que en el Instante Presente, que no es un tiempo y que tampoco es un espacio, y que sin embargo es muy real, ahí, en este tiempo que vives en esta tierra y en el espacio de tu pecho, que a partir de ahora, vibra en la unidad de la Verdad y vibra al unísono de la Belleza.



¿A qué esperas para alcanzar lo que eres? ¿A qué esperas para descansar en la Felicidad? ¿A qué esperas para ser perfecto de toda eternidad, más allá de toda imperfección que todavía puedas vivir en el seno de este cuerpo, como en el seno de tu efímero? Siente y percibe la Verdad de esta liberación. Sean cuales sean las señales, sean cuales sean las manifestaciones, permanece en esta Verdad. Porque es la única que nunca te dejará, porque es la única que nunca puede ser alterada y que sin embargo te colma y sacia tu sed en cada tiempo, como en cada mundo, incluso más allá de cualquier mundo.



Déjate llevar ahí donde no hay ni movimiento, ni apariencia, ahí donde no hay ninguna ilusión y ninguna sombra, ahí donde canta la Vida, ahí donde canta el Amor de manera incesante, en cualquier lugar que mires, en cualquier dimensión que estés. ¿A qué esperas para alcanzarte en totalidad? No tienes que hacer ningún movimiento, si no es deponer todas las armas de tu mental y de tu persona, si no es estar en la Acogida. Esta Acogida que te permite realizar que no eres nada más que lo que acoges, porque no hay ninguna distancia, no hay ninguna puerta, ni siquiera hay la ilusión de alguna transformación, hay una Evidencia que pone fin a lo que es aparente, con el fin de poner al desnudo lo que eres, más allá de la historia, más allá de la forma y más allá de cualquier guión.



Sea cual sea el tiempo de este mundo que toca a su fin, que sea en este instante o que sea más tarde, ya no hace ninguna diferencia para ti, porque la ilusión de este mundo ya no puede engañarte más. Ya no te pueden engañar esas sirenas que te llevan siempre a más experiencias, siempre a más desafíos y siempre a más sufrimientos inherentes a este mundo y a tu condición aparente. No dejes la menor apariencia, el menor pensamiento o la menor experiencia, amputarte o alejarte de este Absoluto que eres. Ahí, donde nada puede faltar o ahí, donde nada puede desaparecer, ni aparecer, porque todo ahí es constante, una constancia que te es desconocida, en la relación o en la experiencia que sea en este mundo. Ahí está lo desconocido y que sin embargo se te desvela por pequeños toques o por refracción, esto no hace ninguna diferencia porque ya no hay más distancia.



Entonces estás invitado al banquete de la Eternidad, en este lugar que no es un lugar, en este tiempo que no es uno, donde la celebración es perpetua porque no hay nada más que cantar la Verdad, que cantar con el Coro de los Ángeles, en el seno del Impersonal, como en cualquier matriz libre de la expresión de la Vida, de la expresión de la Libertad.



Esto te es dado porque esto es lo que se te debe, al igual que lo que tú eres, lo que se te debe está presente. Entonces escucha y oye, ve más allá de cualquier ojo, ve más allá de cualquier forma, ve más allá de cualquier luz, ahí desde donde viene la Luz, ahí donde está la Única Verdad, base de cualquier vida, base de cualquier experiencia y base de cualquier forma. Ahí donde nada necesita cambiar, donde sólo la Felicidad presenta diversas octavas y diversas intensidades, resolviéndose en la misma Unidad y en el mismo canto de Amor.



Oye. Oye lo que dice tu Corazón, oye lo que dice la Eternidad en el silencio de tu persona. En el Silencio, todo está completo y estando todo completo, ¿qué quieres cumplir todavía?, que sea en el seno de este personaje o en el seno de cualquier otra cosa. Permanece ahí, sé presente, de pie y Aquí, de pie y Ahora. No busques nada, porque la Luz te ha buscado y por fin te ha encontrado. Pienses lo que pienses, aunque te parezca existir una distancia, ésta es tan ilusoria como tu apariencia aparecida en este mundo, y que de todos modos desaparecerá durante el fin de este mundo, como el fin de las vidas que has vivido en este mundo.



Hoy, esto es diferente, porque la muerte no es la muerte, porque la resurrección sigue la muerte, ahí donde  no puede haber el menor olvido, ahí donde no puede haber el menor descuento, ahí donde ya no puede haber ninguna evolución de ningún tipo, sino simplemente el juego de la experiencia, el juego del Amor totalmente libre de la forma que tomes, como del mundo que recorres, ahí está el bálsamo.



La liberación y la resurrección te llevan a decir sí… sí. Un SÍ macizo que no necesita salir de tus labios, sino que sale de tu Corazón, tal un chorro de Luz que nunca para, que nunca se debilita. Entonces tu SÍ es permanente, entonces tu Presencia es magnificada por la Eternidad que se descubre y que se cubre, poniendo fin a todas las ilusiones. No solamente las de tu forma en este mundo, sino también de todas las historias que hayas vivido y que nunca finalizaron de otro modo que por la muerte, y que nunca pudieron restituirte a lo que es anterior a toda historia, como a toda forma, lo que eres en Verdad.



Entonces, en Verdad te lo digo, eres la Vía, la Verdad y la Vida, antes de ser una persona, antes de ser una forma y antes de tener que descontar el tiempo o de medir la distancia que sea. Porque ahí donde estás, y ahí donde te hallas en tu Corazón del Corazón, en las fuentes de la Fuente, no hace falta medir, no hace falta contar, no hace falta mirar nada pasar y que disminuye en alguna parte, porque ahí todo es perfecto en cada juego, en cada movimiento, en cada silencio, en cada color, como en cada esfera o en cada morada donde deseas residir y jugar al juego del Amor y de la Vida.



Entonces no lo dudes, porque lo que se desvela en ti y que siempre has estado ahí, pronto nunca más podrá ser ignorado o apartado, porque toma todo el espacio de tu forma, como todo el espacio de tu conciencia ordinaria. Esto está ahí, y esto es ahora en el Aquí y Ahora. El Fuego Ígneo viene a quemar las escorias de lo que todavía puede quedar como ilusiones enganchadas a ti, no por ningún error, sino simplemente por la repetición de todo lo que hace la costumbre en el seno de este mundo, y que limita la conciencia para encerrarla en unos juegos estériles, y que sin embargo has tenido que recorrer para llegar hasta ahí, hasta Ti y hasta Mí.



Entonces, ¿qué quieres hacer? ¿Qué quieres ser? ¿Dónde te sitúas? ¿Quieres un sitio en especial, o acoges todos los sitios y todos los espacios, y todos los tiempos en el mismo emplazamiento de tu Presencia y de tu belleza? Ahí donde no hay ninguna diferencia entre presencia y ausencia, ahí donde sólo hay la expresión de la Vida en su simplicidad, pero también en su magnificencia. Entonces oye. Oye, no lo que te digo, sino lo que resuena en tu templo interior, ahí donde está la coronación, ahí donde está la corona de tu Eternidad. Porque es la única joya que pone fin a cualquier precio y a cualquier deseo de avidez, a cualquier posesión, porque ahí, en lo que eres, no hay nada que poseer porque ya todo está en ti y para ti, más allá de cualquier sentido de propiedad. Porque la Evidencia de la Vida, en esos mundos libres, no presenta ningún punto de comparación con lo que conoces en el seno de este mundo que, te lo recuerdo, sólo es ignorancia y fatuidad, y que sin embargo hubo que andar y avanzar.



Pero hoy, ya no tienes que hacer ningún esfuerzo más, hoy no tienes que pagar ningún precio ni comprar nada. Simplemente tienes que ser, para que el don, para que el servicio se realice por sí solo, por la Inteligencia de la Luz y su Gracia, ahí donde no hay esfuerzos, ahí donde no hay implicaciones, si no es estar en esta Evidencia que nada puede desviar, que nada puede transformar. Entonces, ¿a qué esperas? Ahí donde estoy, me hallo en tu Eternidad, inmóvil y silencioso, mientras que el Verbo se despliega, acompañando tu cuerpo de Eternidad en el establecimiento de su preeminencia y de su preponderancia.



Es la única cosa que no puede pasar nunca. Es la única cosa que no es una cosa y que es el Todo. Y es este único Todo que lo engloba todo, permitiéndote ser el Todo. Todo es Uno y Uno es Todo. Entonces, acojamos juntos en el tiempo de tu escucha de mi Verbo, en el tiempo de tu presencia, en el tiempo de tu lectura, asentémonos juntos en la danza del Silencio, asentémonos juntos ahí donde todo está claro, ahí donde todo está asentado.



Tú, el Amigo y el Amado, ya no tienes que esperar nada más, ya no tienes que temer nada más. En el juego de la ilusión, ya no tienes que esperar nada más porque eres la Vía, la Verdad y la Vida, desde este instante en que te hayas asentado, desde este instante en que no reivindiques nada más en este mundo, sino que sólo reivindicas lo que eres en autenticidad y en verdad, y que no puede acomodarse de este mundo encerrador y encerrado.



Entonces, acepta que el Amor tome todo el sitio, desde la menor reticencia hasta del menor miedo. Entonces, acoge la inocencia de la infancia y la simplicidad de la Verdad. Esto está ahí y acuérdate, no hay más distancia y acuérdate, el tiempo toca a su fin, el que pasa, porque no puede pasar nada más.



La Fuente de Agua Viva ha tomado el relevo, por tu Fuente de Cristal, Ella te alimenta en cada parte de tu efímero, aunque esto no te sea accesible todavía, sin embargo es la verdad de lo que acontece, a partir del momento en que lo miras, sin querer hacer nada, sin querer ser nada, sin querer tener nada, sino simplemente estando ahí, paciente y humilde. Dejando así todo el espacio que eres, tomar su debido sitio, para que nunca más haya que devolverte lo que es tuyo, para que ninguna deuda de ningún tipo pueda frenar tu nueva libertad.



Descansa y deja el Amor amarte. Y ama el Amor que eres, no en el exterior, porque ya no hay más exterior, al igual que no hay más interior, aunque todavía se viva en la pantalla de este mundo, tu conciencia, ella, conoce la Verdad. Ella la vive, aunque tu cotidiano no tenga la conciencia de ello, ni la certeza. La certeza sólo puede venir de tu vivencia, y sólo puede venir de tu rendición sin condición a la Verdad, ahí donde no hay nada que defender, ni nada que emprender.



Así es la Libertad, así es la Vida que no conoces en este mundo. Hayas vivido lo que hayas vivido como experiencia, la elección ya está hecha, porque la Luz nunca puede elegir la oscuridad, de ningún modo, porque lo que eres, es la Luz del mundo.



No juzgues. Pase lo que pase en ti, en este instante o en los próximos días, durante los últimos tiempos que pasan, ¿qué tienes que temer? Si no es ser tú mismo, por fin completo et por fin entero. Te toca ver. Te toca vivir. Te toca ser verdadero, porque eres la Vía, la que está más allá de toda visión, porque eres la Verdad que no admite ninguna mentira, porque eres la Vida, y no tu vida.



Ahora que todo se resuelve, ahora que todo es alumbrado, ahora que todo se vuelve preciso, únicamente la confusión de lo que quede de efímero, puede todavía interrogarte y limitarte. Entonces no te limites a nada, no te apropies de nada, y déjate atravesar para dejarte bailar en el Silencio de la Verdad.



Tú, el Amigo y el Amado, en cualquier mirada que lleves, como en cualquier forma que vivas, me dirijo a ti que no es esta forma, me dirijo a ti que no es esta persona, pero me dirijo a ti que oye, más allá de toda reticencia y de toda resistencia. Y es lo que sube en ti desde esta Felicidad, trayéndote tus lágrimas, al igual que la sonrisa en tus labios, pero estas lágrimas no son, de ningún modo, unas lágrimas de tristeza, porque no hay nada que perder, sino todo que ganar. Y has ganado.



Esto no es ningún mérito, esto no es ningún concurso, y sin embargo has ganado la Verdad. No hay una recompensa mejor que la Verdad, no hay un trofeo mejor que haberte restituido a ti mismo. Esto es ahora.



Pienses lo que pienses y digas lo que digas, exista lo que exista todavía en ti, déjate ser, déjate vivir. Estás esperado de toda eternidad, por ti mismo, pero también por el conjunto Uno, por todas las formas de conciencia y por todas las dimensiones experimentando el juego de la conciencia, para reencontrar tu sitio. Ahí donde no hay nada que ganar, ni nada que perder, sino simplemente gozar, de un gozo que ninguna relación en este mundo puede aportarte, si no es la relación a tu propia Eternidad.



No puede haber ninguna comparación. No puede haber ninguna mesura, en la desmesura del Amor y en su intensidad. Únicamente tal vez resiste el miedo a lo desconocido, únicamente resiste lo que todavía no se ha reconocido. Y para esto, recuerda, no puedes hacer nada y no tienes que hacer nada, si no es estar ahí, para que la vacuidad llene con su Eternidad, cada parcela de este efímero que se va, no para destruirlo, sino para magnificarlo, para transmutarlo en la Verdad de tu Eternidad, ahí donde no hace falta ni biología, ni química, sino simplemente la Luz y la información. Porque la Vida es información. Que te sitúes en lo más lejos de las experiencias posibles, o en lo más próximo a la Fuente, es la misma cosa y la misma Verdad.



Escucha. Escucha lo que tu Corazón te dice en el silencio de estas palabras. Escucha este canto de liberación que no llega solamente a tus oídos, las trompetas habiendo despertado en ti lo que tenía que serlo. Queda simplemente el canto de la liberación, que esta vez no nace al exterior de ti, sino que nace en ti, en medio de tu Corazón, como en el centro de tu cabeza, ahí donde tu Corazón está presente ahora, poniendo fin a la identidad, poniendo fin así a cualquier sufrimiento y a cualquier duda. Y hallándote ahí, no puede haber dudas, no puede haber tergiversaciones, porque todo es perfecto, ahí donde no hay nada que ver, ahí donde no hay ninguna historia.



Entonces, tú que eres la Vida, canta y deja cantar lo que viene y que ya está ahí, viene a tu cotidiano, para que todo, en lo que te quede por recorrer con tus pasos en este mundo, sea de una ligereza desconocida, contrastando con la pesadez y la densidad de los acontecimientos a atravesar para la tierra para que, ella también, se libere de los tormentos de su antigua dimensión, estableciendo su conciencia en la tierra de nueva dimensión, y permitiéndote también dejar de estar apegado a la forma que sea o al deseo que sea, porque todo está completo y todo es completitud.



Te invito pues a jugar plenamente al juego de la Eternidad, ahí donde no hay que desplazar nada, ni nada que ganar tal y como dije, y ahí donde la perfección, inaccesible en este mundo donde todavía te encuentras, se convierta en la facilidad de tu vida, en estos pasos últimos que te quedan por recorrer. Ningún elemento de la ilusión de este mundo, en su destrucción de la confusión final, podrá influenciar, ni actuar, de ninguna manera, sobre lo que eres. Sea cual sea el momento de la Llamada de tu Madre, y de nuestra Madre, no hay nada que esperar, ni nada que anhelar, y todavía menos que temer, para aquel que esté asentado en la acogida y en la infancia de la inocencia, y en la inocencia de la infancia.



Todo se cumple porque todo está cumplido, en el plano que sea en este mundo. Y es el momento ahora de la precipitación de lo que no se había visto, con el fin de tomar conciencia de lo que justamente podía todavía obstaculizar, en ti, la Libertad, porque todo lo que obstaculice la Libertad en la apariencia de este mundo, se está eliminando. Sea cual sea la manera, que esté ligado a los elementos, que esté ligado a las radiaciones, que esté ligado a las confrontaciones, no hace ninguna diferencia en cuanto al resultado. Será siempre el mismo, el de poder honrar el Juramento y la Promesa, el de poder declamar el canto de tu liberación.



No retengas nada, no escondas nada. Porque ahí, el canto de la liberación se hará en el silencio de mis palabras, como de mi Verbo, para que el Paracleto pueda depositarse, por la Gracia de Metatron y por la Gracia de la Nueva Eucaristía.



No pidas nada, porque todo está presente. No esperes nada, porque no tienes nada que esperar. Simplemente estar ahí, acogiendo y escuchando lo que te dice la Verdad. Elle no necesita ninguna palabra, porque el Paracleto la lleva hasta lo más íntimo de tu Corazón y hasta el centro de tu cabeza, como hasta cada célula, como hasta cada parcela de tu conciencia, ahí donde se conjuga lo ordinario antes de desvanecerse, ante la Eternidad de cualquier tiempo.



Instálate, conmigo, en el Blanco de mi Presencia, en el Blanco de tu resurrección.



Oye… lo que te dice el Verbo del Silencio.



...Silencio...



Y ahí, no hay ni pensamiento, ni forma… Ahí donde todo está presente y se resuelve en la ausencia, llevándote a ver y a vivir la mismísima fuente de la conciencia, la mismísima fuente de la Fuente. Ahí está la Evidencia. Ahí está el Único.



...Silencio...



Entonces, ahora que te hallas ahí, liberado toda forma y de toda visión, como de todo pensamiento, puede depositarse y nacer lo te que estaba oculto, en lo que eres, incluso antes de ser la Vida, ahí donde no hay muerte porque nunca hubo nacimiento, ahí donde nada se interrumpe. Y recoge en este cuerpo de carne, los efectos de esta calidad de la Vida, poniendo fin a toda errancia y a todo deseo.



...Silencio...



Así, estás liberado. Así, tu libertad se vive aquí mismo, sean cuales sean los límites… para que tú también puedas experimentar, que tú y la Verdad sois Uno. Que tú como cada uno, sois Uno. Y como cada uno es Todo.



...Silencio...







Ahí está la única y verídica explicación. Todo lo demás, incluso en el seno de la evidencia de tu efímero, a través de sus leyes, sólo es suputación y suposición. Ahí donde te encuentras ahora, y a partir de ahora cada día un poco más, en este tiempo que pasa y que finaliza, sólo esto es importante, tomando el sitio de todo lo que te ocupó en el seno de este mundo.



...Silencio...



Entonces, en este silencio ahora, escucha y oye el murmullo de la Vida, que recorre este silencio y anuncia la liberación que es vivida y que hay que vivir…. Ahí donde no hay más sed, ahí donde todo es perfecto, ahí donde estás y ahí donde estoy.



...Silencio...



Entonces, el Amigo y el Amado, sé agradado de una manera infinita y permanente. Eres la Felicidad, sea cual sea la resistencia de tus pensamientos, y sea cual sea el sufrimiento de tu cuerpo. Acuérdate, esta Felicidad es infinita e incondicionada. No depende de ningún estado de tu efímero, aunque lo que todavía pueda parecerte hoy como un obstáculo no lo es, a partir del momento en que apartes tu mirada, para privilegiar lo que no puede ser visto de otro modo que por el Blanco.



...Silencio...



Y no olvides, que en este tiempo y en este canto de liberación, que todo se resolverá, porque todo está resuelto. Y lo que todavía hay que vivir en el seno del efímero, en el elemento que sea, sólo está ahí para asentar lo que acabo de decirte.



...Silencio...



Entonces, la Paz se instala ahí donde no hay guerra, y donde la paz no es la antítesis de la guerra. Sino donde la Paz es gozo, que ningún gozo de este mundo pueda igualar, ni siquiera acercar. Digas lo que digas y pienses lo que pienses, ya ninguna duda será permitida durante el canto de tu liberación.



Todo lo que estaba previo, en la sucesión de acontecimientos en tu mundo, y que sólo pasan, a partir de ahora están ante tus ojos. Entonces no puede existir ninguna hesitación de ningún tipo. Entonces no puede existir la menor duda en lo que eres y en lo que vives, de hecho, vivas lo que vivas. Porque la Evidencia toma todo su sitio.



...Silencio...



Mira. Mira el poder del Silencio y de la Felicidad. Qué más puedes necesitar... Qué puedes desear que no se haya cumplido ya...



...Silencio...



Es lo que eres desde este instante, porque lo vives. Así, el estado de ignorancia finaliza. Así, el estado de ilusión no puede subsistir más allá de estos tiempos que se viven en estos momentos.



...Silencio...



No hay más carencia, no hay más resistencia a presentar ante la Eternidad. En la Verdad, no hay ninguna duda. En la Verdad, el Amor es el Todo. Entonces reviértete. Esto te es ofrecido porque son los tiempos y el momento de vivirlo. Entonces, mucho más que el don de la Gracia, es la Gracia del don perpetuo que te alimenta y te sacia.



...Silencio...



Entonces, deja el Fuego de Amor del Fuego Ígneo consumirte, porque nada puede ser quemado, porque nada puede sufrir en esta consumación de la ilusión. Se trata de un fuego de felicidad. Así es el Fuego Ígneo.



...Silencio...



Así, tú también podrás decir: Estoy conmigo en la Eternidad.



...Silencio...



Ahí donde el Yo y el Mí, no son una propiedad, ni un atributo de una forma o de una apariencia, sino la Verdad, donde ninguna emoción puede alterarte, donde ninguna forma puede limitarte y donde ningún pensamiento puede interferir.



En este instante las palabras no tienen otro sentido que el de ritmar tu Presencia y tu Felicidad, al ritmo inmutable del Amor.



...Silencio...



Esa es nuestra bendición. Esa es la Verdad que no puede enunciarse. Esa es la Belleza que no puede describirse. Esa es la Vida que no puede ser contada o descontada, ahí donde no haya nada que medir, ni nada que limitar.



...Silencio...

                                                                                                                                                                                                                                             

En la liberación, no hay nada más que decir, ni nada que evaluar, ni nada que comparar.

                   

...Silencio...



En este Silencio, ahí, la comunión perpetua de los Corazones ardientes se vive y se vibra.



...Silencio...





No tengo otras palabras que decirte, porque esto es sin palabra. Sólo he ritmado el regreso a tu Corazón.



...Silencio...



Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión.



...Silencio...



Y te saludo con el saludo del Amor… y te saludo, rindiendo Gracia así a lo que te es restituido, lo que eres.



...Silencio...



Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión.



...Silencio...



Eres la Vía, la Verdad y la Vida, más allá de tu nombre y de tu apelación. Y te honro así, en calidad de Luz Eterna, y te bendigo así, en estos Tiempos de Amor y de liberación.



Es ahora el momento de que mi Verbo y mi Silencio realicen su obra, más allá incluso de lo que acabo de cantarte, porque esto se ha iniciado y no puede existir la menor posibilidad de mirar atrás, para dejar de estar fijado o limitado.



Pues, soy Uriel y te rindo Gracia, y soy Uriel, Ángel de la Presencia, y te doy las gracias por haberlo acogido. Y no olvides que yo también permanezco en ti, alumbrado también y accesible directamente en mi función y en mi acción, y en mi Amor que es lo que eres.



Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión.



Y ahora, todo está ahí, y ahora te saludo. Y te digo hasta siempre. Te doy las gracias desde el fondo de tu Corazón.




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